Bienvenidos

A todos los calenturientos que gustan de la atmósfera shemale, travesti, transexual, transgénero o como se le quiera identificar al tercer sexo, les damos la bienvenida a este blog donde se podrán compartir todo tipo de comentarios sobre este tipo de manifestaciones sexuales, con la única limitante de evitar malas palabras, groserías o signos de intolerancia, en un sentido o en el otro. Su amigo de género heteroflexible.

martes, 3 de mayo de 2016

Eso, seguro.

Ella gritaba cada vez que yo arremetía contra su ano. Yo estaba parado junto a la mesa y sostenía sus piernas por los tobillos en todo lo alto que podía mientras la penetraba. No quería lastimarla pero su cara demostraba que entre más fuerte oradaba ese orificio, más y más excitación le producía. Ella portaba un ligero precioso de encaje que sujetaban unas medias blancas tan suaves que parecía que no las tenía puestas. Sus zapatillas eran de tacón demasiado alto para ella ya que de pie podía medir con ellas más de 1.90, era una combinación tremenda ya que también tenían plataforma. Ella olía muy rico. Tenía las manos atrás de la cabeza sujetándose del otro lado de la mesa. Entre sus piernas se bamboleaba su verga al mismo ritmo que mis embestidas. Era gruesa, pero no estaba erecta, pero si con un tamaño que da la excitación continua de su culo y cuando sentía yo que me rebotaba en el vientre el más excitado era yo.
Podíamos estar así varios minutos, sus gritos me excitaban aún más. Su gesto que era una mezcla de acusación y placer me hacían sentir la plenitud que siento cada vez que logro hacerles un buen trabajo. Sólo que esta vez no era mi amante de siempre a la que estaba penetrando, sino a una chica transexual que había conocido hace poco. Era la segunda vez que lo hacíamos y ya sentía con ella una confianza plena. Se dio cuenta de que me había cansado de sujetar sus piernas y me pidió un cambio de posición.
Se bajó rápido de la mesa y se recargó en ella para ofrecerme sus muy bien redondas nalgas. Las tomé en un principio para sentir como temblaban. Luego la tomé de las caderas para meterle la verga. Me quedaba un poco alto el objetivo, así que ella abrió las piernas para compensar la diferencia. Alcancé a estirar mi mano para tomar la verga y comenzar a masturbarla. Le dije entonces al oído.
- Que rica puta me estoy cogiendo.
Ella sólo balbuceó: - ¿Estoy muy rica?
- Riquísima le contesté.
Sentí como la verga de ella comenzó a crecer, como si fuera una extensión de la mía. La solté un poco y ella terminó por venirse, entre gemidos y gritos. Lo supe porque su vientre se contrajo y el culo apretó más mi verga, mientras bajó el ritmo moviendo el culo como en círculos. Olía a su semen. No pude más y eyaculé tan fuerte que grité también.



¿Cómo la conocí?
Bueno, me descubrieron: por internet.

Había una página de contactos, busqué un pseudónimo y le mandé un mensaje. Su anuncio era bueno: chica transexual busca sexo directo con hombre que sepa lo que quiere. La foto le favorecía, a pesar de ser una selfie. Poco maquillaje y una sonrisa coqueta. Cuando la encontré en el chat le pedí su cuenta de correo, me dijo que sí pero a cambio de una foto. Bueno de entrada no había subido ninguna, ya que no sabía si era útil hacerlo. Así que le dije que le prometía la foto, pero que me diera la cuenta primero. Pensé que no daría resultado, pero le mandé la foto y mi número de celular vía email.
Era un viernes a medio día, cuando recibí un mensaje no esperado: ¿Cómo andas hoy? Espero que no muy ocupado. Soy Tania.
Mi mente trabajó a gran velocidad. Me había ligado a una chica-chico o a un chico-chica. No tenía experiencia previa. Pero la foto que había visto me había atraído. Me preguntaba si tenía bubis o no. Si su voz era femenina o no. En fin, varias dudas surgieron mientras tenía su mensaje a la vista. Cuando recuperé el control, le contesté: Mándame ahora mismo una foto.
Y me la mandó. Se veía que estaba botada de la risa. Eso me dio confianza. Lo demás es historia. Pasé por ella, besé su mejilla y percibí ese rico aroma. En poco tiempo platicamos y nos comenzamos a besar en el coche. Esa vez no sabía que hacer, me encontraba tan excitado, que deje pasar mucho tiempo antes de que viniera a mi mente algo muy obvio: necesitábamos una cama. Así que la llevé al primer hotel que encontré.
Entrando al cuarto seguimos besándonos, hasta que mi mano levantó su falda y encontré su verga. La sensación era tan rara como placentera. Ella se retiró y me ayudó a abrirme el pantalón y me tomó la verga también.
Supongo que esa primera batalla la ganó ella. Ya que logró mi erección y que mi temperatura fuera en aumento. De ahí en adelante fui presa fácil. Me tiró a la cama y prendió su boca de mi verga hasta que eyaculé. Quiso el semen en su cara y después con la mano se lo llevó a la boca. Luego se levantó y se subió en mí besándome suavemente. Sentí el sabor de mi semen. No me importo demasiado, estaba tan caliente aquello. Así estuvimos un rato y charlamos un poco hasta que mi verga retomó el vigor perdido. Se quitó toda la ropa y se sentó sobre mí mientras yo acomodé la almohada en mi cabeza. Sí, si tenía bubis. Pequeñas y bien formadas. Cuando mi verga estuvo lista ella se la metió despacio y se quedó quieta mientras sonreía coquetamente. Mi lengua buscó sus pezones y de los besos pasé a la mamadas y luego a la mordidas. Entonces ella comenzó a moverse y de cuando en cuando se agachaba para besarme y de cuando en cuando yo me levantaba para atacar sus senos otra vez. Esa ocasión duré bastante y ella no eyaculó, pero si me dio a conocer una verdadera maravilla: esos gemidos y esos gritos por los que la busqué de nuevo y por los que la voy a buscar otra vez. Eso, seguro.