Bienvenidos

A todos los calenturientos que gustan de la atmósfera shemale, travesti, transexual, transgénero o como se le quiera identificar al tercer sexo, les damos la bienvenida a este blog donde se podrán compartir todo tipo de comentarios sobre este tipo de manifestaciones sexuales, con la única limitante de evitar malas palabras, groserías o signos de intolerancia, en un sentido o en el otro. Su amigo de género heteroflexible.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Retrato en el Restaurant

La verdad ya había visto yo a las shemales o trannys en internet, pero no tenía mayor idea de que o como sería tener sexo con algun@ de ell@s. Ni idea. A mi me gustan todo tipo de mujeres y por fortuna he tenido algo de suerte en cuestiones de "sexo consensuado" con ellas, o sea que siempre he aflojado el cuerpo, no vaya a ser que se sientas despechadas y para que os cuento. Un amigo me dice que soy más fácil que las de multiplicar. En esa ocasión estaba platicando con unos amigos en un restaurant, cuando vimos entrar a tres damas que simplemente se veían "dress to kill". Comenzamos a bromear acerca de si alguno de nosotros era muy macho como para abordarlas. Pero nada, nadie se atrevió. Aunque tuvimos plática por algunos minutos. Iban con pequeños vestidos y medias negras, las tres mostraban algo de más por aquellos escotes.

Nuestras miradas iban y venían hacia su mesa, pero como dije: nada de nada. Ya me nos íbamos pero me regresé al baño, entonces el mesero me dio una servilleta de papel con una boca de lipstick. Me hizo un gesto mirando hacia la mesa donde estaban todavía las ladies.  Salí con los amigos y les dije que quería caminar, así que me despedí. Pero lo que hice fue regresar al restaurant y mientras caminaba iba pensando como hablarles. Lo único que se me ocurrió fue acercarme y decirles que estaba yo buscando una boca que se me había perdido.
- ¿Boca? ¿Qué boca? -preguntó una de ellas, creo que era muy mayor a las otras dos, como de cuarenta, pero era bella también. Era rubia, las otras dos de melenas oscuras, como de veinticinco.
- Ésta. -dije mostrando la servilleta.
Las tres rieron, pero sólo una de ellas se ruborizó. Muy observador que soy yo. Si era la mayor.
- ¿Tienes prisa? ¿Por qué no te sientas? - me dijo una de la más jóvenes.
- ¿Y tus amigos? - preguntó la otra joven.
- Bueno ...
- Ah, egoísta, reviró la chica.
- Bueno ...
- Bueno, el pescado que comimos. -dijo la rubia.
Me hicieron lugar en la mesa, quitaron sus bolsos de la silla para que me sentara. Tardé varios minutos en tomar el control ya que ellas hablaban con mucho desparpajo. Pero entré en confianza y lo único que pensaba era dejarme llevar. Tal vez sería mi día de suerte.
Las dos chicas se levantaron y se despidieron.
- Tienen cita -dijo la rubia. - Yo soy toda tuya.
Así o más claro. Otra vez empecé a titubear, las chicas eran muy muy bellas y aunque la mayor no se quedaba atrás, la verdad ni siquiera había tomado partido. Bueno y ¿por qué no todas para mí? Era mi día de suerte, pero no era para tanto.

Ella se apoyó en la mesa hacia mí dejando que su escote fuera lo único que importaba en ese momento, su aroma era fresco.
- ¿Se te antoja ... algo?
- Bueno ...
- Tal vez un whisky, con ginger, es lo que yo estoy tomando.
- Bueno ...
Esbozó una pequeña sonrisa. Parecía como si hiciera una travesura o como si tuviera acorralada a su presa. Bueno, yo era esa presa.
- ¿Cómo te llamas? -pregunté.
Su gesto cambió, pero trató de componer el semblante.
- ¿Cómo quieres que me llame? -respondió.
La verdad no importaba o tal vez si, pero no. La verdad sólo quería caer en sus redes, en sus brazos, en sus piernas, en sus nalgas.
Vino el mesero varias veces, ella parecía dominar la situación. Se hizo de noche, la clientela fue desapareciendo. Después de varios whiskys me enteré de que era la dueña del restaurant.

Se levantó para ir a retocarse, su figura me pareció simplemente sensual, el taconeo de sus botas hipnotizaron mi cerebro. Tal vez 1.70 sin tacones, tal vez 1.80 con ellos. En el sonido ambiental se podía escuchar Long Cool Woman In A Black Dress, todo un presagio.

Regresó con su fresco aroma acentuado. Se sentó directamente en mis piernas y me miró a los ojos.
¿Y? Nada, primero le sostuve la mirada. Le toque los labios con el dorso de mi mis dedos. La besé despacio, pero ella no se contuvo y metió su lengua, no se convirtió en beso apasionado aquello, se convirtió en verdadera lujuría. Sentí que mi verga escurría. Se me ocurrió llevarla a un hotel, pero ella tenía otro plan. Se levantó y me dijo al oido: "soy transexual". Nunca pensé que podría escuchar esa frase esa noche. No tuve sorpresa, no tuve reacción, en tres segundos evalué la situación y resolví.
- Pero si estás buenísima -alcancé a decir.
- ¿Te parece?
- Yo sólo sé que quiero todo contigo. Todo. -dije meloso en su oído.
Se levantó la falda para poder abrir las piernas y se subió a horcajadas en mí. Nuestra lenguas se entrelazaban. Subía la temperatura al cien.
Abrió el escote y toque aquellos senos que eran tan suaves, sentí que sus pezones eran grandes. Había que averiguarlo. Abrí aquel vestido para mostrar ese rico manjar. Traté de ver si alguien observaba. Entonces besé, mamé y mordí aquellos senos que emitían ese aroma que ya me tenía embriagado de placer. Ella se levantó otra vez y me tomó de la mano. Más bien me jaló fuerte, me llevó por un pasillo hasta una oficina, su oficina. No estaba prendida la luz. Entrando le ayude a que se quitara el vestido, no llevaba brassiere, pero si una pantaleta negra, unos ligeros y por supuesto medias negras. Todo parecía en orden.
¿Transexual? -recordé.

La seguí besando y entonces la tomé de las nalgas y la cargué hasta subirla al escritorio que había allí.  ¿Cómo me la cojo? -pensé.
Entonces ella me retiró un poco y se quitó la pantaleta, metió la mano y apareció su verga. Era mediana y gruesa, algo curva, supongo porque la tenía guardada. La tomé con interés, mientras me aflojaba el cinturón y sacaba también mi verga. Y se encontraron, me refiero a las vergas, la mía quería encontrar un refugio, pero en aquel momento se frotó con la otra verga, la sensación era nueva, era muy, pero muy, pero muy sensual o quise decir sexual.

Levanté un poco aquel falo y apareció un orificio. Como pude dirigí mi verga a tierra prometida, me apoyé en mis talones para forzar la entrada. Ella dio un gritito y suspiró mientras mi verga se deslizaba por aquel culo que pareció tragársela con verdadera ansiedad. Seguí mi labor empujando la verga hasta donde podía y comenzando a moverme más en aquello de dejársela ir rápido y sacársela lento. Su verga se frotaba en mi abdomen, me gustó mucho esa sensación. Algo cobraba vida entre ella y yo. Mi corazón  bombeaba sangre a raudales. Mi sienes se inflamaban igual que mi verga. Continué con aquella cogida, haciendo cada vez más esfuerzo, hasta que de su verga salió un chorro de semen. No me importó sentir como resbalaba.
- Ya me chingaste. -Alcanzó a decir. No entendí,
Ya iba yo a explotar, así que le de dije: mamacita ya voy. Ella se agarró de mis brazos y me dijo: aguanta papi, dámelo en la boca. Se bajó del escritorio y chupó mi verga, no fue necesario mucho trabajo, me vine en su boca casi de inmediato. Ella sorbió gran parte de mi semen, pero dejó una parte para saborearla y por fin se lo tragó. Luego siguió mamando mi verga pero muy despacio. Por varios minutos quedó pegada a mi hasta que mi verga perdió su extensión.

Por un momento pensé que podía repetir la hazaña y darle otra cogida, pero creo que los whiskys ya habían hecho efecto secundario. Tenía sed. Ella salió y regresó con dos whiskys con ginger. No me quería despedir o más bien no sabía como despedirme. Le pregunté que era eso que quiso decir con "Ya me chingaste". Entonces rió un poco y me dijo: A ver cómo le haces para dejarme cabrón, desde ahora soy tu puta. Supuse que eso indicaba que haría cualquier cosa por mí, pero eso lo pude averiguar después. Al salir al pasillo me topé con la foto de la dueña del restaurant que colgaba de una pared, estaba en un marco antiguo.

Y bueno, mejor después les cuento. Hasta aquí por hoy.
Atentamente: RSD un amigo del vaquero estrella.

martes, 24 de noviembre de 2015

Motel


La vi ese día al llegar a la fiesta, me presentaron a los que no conocía y entre ellos ella. Supe de inmediato que era travesti o transexual o cualquier otra cosa, pero que era hombre vestido de mujer. Tenía unas piernas fabulosas y sólo le faltaba un poco de femeneidad en la voz, se oía fingida. En la fiesta nos topamos un par de veces y cruzamos algunas palabras, hasta ahí. No ví a que horas se fue o si se ya se había ido. Después de despedirme, fui a buscar mi auto en esa noche calurosa. Al salir de esa calle, en la esquina vi su figura. Estaba parada simplemente recargada en un poste. Me detuve y bajé el vidrio.
- ¿Qué haces? -pregunté.
- Estoy esperando un taxi.
- Te llevo. ¿A dónde vas?

Les podría contar todos los detalles de 
como rompimos el hielo. Pero en resumen ese día fuimos a un motel y me la cogí. Supongo que eso se dice cuando una persona penetra a otra. Cuando llegamos al motel nos detuvimos un poco en el auto antes de subir a la habitación, teníamos tanta prisa que ahí mismo queríamos hacerlo. Mi lengua urgaba cada pliegue de su cuello mientras ella me mamaba la verga. ¡Y vaya que mamada!

Como pude la separé de mí para pedirle que fuéramos a la cama. Y subimos las escaleras, yo trataba de serenarme, pero sentí algo húmedo en mi pantalón, una especie de secreción prematura, no una corrida todavía. Entramos y ella se inclinó hacia el espejo y yo la tomé por detrás y le bajé la falda. De inmediato la penetré mientras ella pegaba su rostro en el espejo, mientras se recargaba en la cómoda del cuarto y con las manos hacía atrás me jalaba hacia aquellas nalgas que recibían mi visita. Yo intentaba entrar más en ese rico culo y ella comenzó a gemir, casí gritar. No me importó en absoluto, aquello me excitaba. Miraba sus gestos en el espejo y mi mirada que a esa altura del encuentro era más que un signo de calentura, era una actitud de victoria.

La jalé hacia mi y pude cruzar mi mano para tomarle la verga. Entonces mi penetración se combinó con la masturbación y ella subió de volumen sus gritos y lanzó gran cantidad de semen, llegando inclusive a salpicar el espejo. Se oyeron grandes suspiros y gemidos, se detuvo un momento y comenzó a mover su culo en círculos pequeños mientras apretaba mi verga. A punto de venirme, decidí que iríamos ahora sí a la cama, así que la cargué un poco mientra me fui caminando hacía atrás. No quería sacarle la verga todavía. Me tendí de espaldas en la cama, mientras ella se acomodó para sentarse sobre mí.

Creí que eso terminaría de inmediato, cuando súbitamente se levantó y soltó una risotada.
- Eres un verdadero cabrón -me dijo-
Sonaba a reconocimiento pero también a reproche. Eso pensé mientras ella se abalanzó sobre mi verga, tomándola con una mano y dándole tremendos lenguetazos. Luego comenzó a mamarla y la  recorrió a lo largo como un buen caramelo, luego se la tragó lo más que pudo y sentí como si me la estuviera cogiendo otra vez, soló que que su boca se sentía mucho mejor que su culo.

Me sorprendió todo lo que se pudo meter el miembro a su boca, una parte de mis testículos también querían entrar, aunque solamente entraron un poco y no al  mismo tiempo, primero uno, luego salía se alejaba un poquito y luego podía entrar el otro. Escurría mucha saliva y se sentía muy caliente. Sentí que me iba a venir y traté de alejarla, pero ella por el contrario, se sujeto de mí y se tragó más la verga. Me vine, no se sí a chorros, pero si vi estrellas y fuegos artificiales, mientras mi semen se resbalaba en su garganta.

Ya hace casi un año de esa cogida, esa fue mi primera vez con una travestí y desde entonces he podido repetir la experiencia con ella varias veces. No, no he dejado de coger con mujeres. Pero aunque es algo que no puedo confesar abiertamente, cuando me siento muy aburrido, hago una cita con ella y vuelvo a sentir ese cuerpo que pide a gritos una buen cogida y por supuesto yo hago mi mayor esfuerzo para no decepcionarla.

Gracias por el espacio.

Ellas sueñan ...

Ellas sueñan, igual que las chicas biológicas.

Sueñan en casarse y fregar la vida de un hombre, ja, ja, ja.











miércoles, 14 de octubre de 2015

Trío

Cada día esperaba la hora de salida de la tienda. Casi siempre a las 9 de la noche. Entonces salía caminando al estacionamiento por mi auto y tomaba la avenida Nuevo León rumbo al sur. Encendía el radio y comenzaba a relajarme. Llegaba a casa casi a las 10 y al día siguiente otra vez salía a las 9 de la mañana para ir al trabajo. Sí, ya había visto a las travas, transexuales y demás prostis que a esa hora comenzaban a merodear por la zona. Tenía curiosidad sobre "ellas", pero nada que me quitara el sueño. Pero ese día salimos como a las 11 de la noche. Apenas recogí el auto y al salir del estacionamiento dos siluetas que se veían en la siguiente esquina llamaron mi atención. Me acerqué en el auto a velocidad muy lenta. Una de ellas era alta, delgada y rubia de largas piernas estilizadas, la otra menos alta y más frondosa, con el pelo rubio y mechones rojos. Sin pensarlo me detuve frente a ellas y traté de mirarlas con más detalle. La de mechones se acercó de inmediato y se asomó por la ventana.
- ¿A donde vas? -me preguntó.
- A la casa -contesté a la primera.
Me dí cuenta de que estaba dando información personal. Bueno, no tan personal, pero podía haber contestado con alguna evasiva o como siempre hago cuando no quiero soltar datos, es decir con otra pregunta. La cosa es que mi mente se había desviado hasta su escote.
A pesar de que su voz era un poco fingida, me cayó bien. Tenía un rostro bellísimo, un maquillaje impecable. 
- ¿Vives muy lejos?
- No tanto -otra vez respondí con confianza.
- Y ... ¿No me quieres llevar?
- ¿A donde vas? -ahora si contesté con otra pregunta.
- Hace frío y se me están congelando las ...
Entonces se alejó un poco de la ventana y dio un giro. La minifalda era muy mini, lo que se dice mini. Sus nalgas se veían muy apetecibles, su tanga contrastante se asomaba por la mini. También llevaba mallas de red en juego con su top. En eso estábamos cuando la más alta se acercó a nosotros y le dijo a la otra:
- Deja de echar novio.
- Déjame en paz -dijo sonriente-. Yo no te digo nada cuando andas de resbalosa.
La otra también era muy guapa. Cuando menos de cuerpo se veía bien rica, no le alcanzaba a ver bien la cara. 
- ¿Entonces? -insistió la primera.
Trataba de ver cómo era la otra. Me distraje. 
- ¿Entonces? -repitió,
- Mmmm. -No dije nada.
- ¿Te gusta mi amiga?
- No sé.
- Ven Claris, saluda a mi amigo.
Orale, ya hasta amigos éramos. Se acercó la chica alta y estiró su mano para saludarme. Su mano era fría. No tenía falda, solo un bikini blanco con adornitos que brillaban. Sus piernas eran largas y torneadas. Se veía un pecho casi plano, del todo natural. Me gustó su cara. Por un momento me sentí en una disyuntiva. ¿Con quién quería platicar?.
¿Platicar? Me dije. ¿Quién quería platicar? Pues yo. Yo que siempre me aburría entre semana y esperaba los sábados para regresar a Pachuca donde vive mi familia. De allá soy. 
- ¿No tienen frío?
- No wey, estamos con un pinche calor -soltó entre risas la de mechones,
Recordé que no cargaba dinero, apenas tenía cien pesos.
- Hijole, pero no traigo dinero -dije algo apenado.
- No todo en la vida es dinero -me dijo la más alta. 
- Pues... súbanse -les dije. -Aunque sea les invito un café.
- Huy!, que caballeroso -dijeron al mismo tiempo. 
Rieron también al mismo tiempo. Yo no sabía si se estaban riendo conmigo o de mí. Me sentí caballeroso y le dije con cierta inocencia:
- Yo las llevo a su casa, para que no pasen frío.
Se vieron entre ellas y siguieron riendo.
Me dí cuenta de mi error, entonces traté de componer la situación.
- Las llevo a mi casa. Vivo solo. -Otra vez soltando información, que bárbaro.
- Pero somos dos -dijo la rubia-. No creo que puedas con las dos. 
Ah caray. ¿Era un reto? Para eso de los retos me pinto solo. Pero nunca había tenido ese tipo de retos. Vaya cosa. 
- Súbanse un minuto y platicamos.
No sé si fue un gesto de aburrimiento o resignación. Se vieron entre ellas y se se subieron. La rubia se subió primero atrás y dijo algo así como que no quería quitarle el novio a la otra. Subió también la otra adelante y se acercó dándome un beso en la mejilla.
- Me llamo Marla y ella Claris. La chamba ha estado floja toda la semana y el frió no se quiere quitar.
- Insisto, les invito un café
- No, si te digo que es todo un caballero -alcanzó a decir Claris.
- Los escojo bien -remató Marla.
Percibí un perfume rico de ella mientras miraba su escote y me distraje con ello.
- Te dije que teníamos mucho calor. Ahora a ver como nos quitas la calentura -sentenció Marla.
La rubia soltó la carcajada.
- Yo si estoy bien caliente papito, Marla y yo no hemos tenido éxito estos días y hay cosas que urgen.
- Si papito. ¿Cómo te llamas? -preguntó Marla.
- Raúl, ... Raúl Trejo Hertias.
- ¡Cuanta formalidad! Qué hombre me encontré. Diosito no me abandona.
Comenzaba a sentirme cohibido. Yo creo que lo notó. Puso su mano en mi pierna y la deslizó a manera de caricia. Me miró fijamente unos segundos, como queriendo reconocer quién era yo. Se acercó y me volvió a besar en la mejilla. Pero me dio otro beso acercándose a mi boca y luego llegó a mis labios. Primero fue un beso tierno, luego no tanto. Metió su lengua y me besó con bastante carga de sensualidad. Puse mi mano en su pierna, se sentía algo fría. Creo que la de atrás estaba buscando como encender un cigarro. Contesté a su boca y entonces abrí lo que más pude la mía y la besé con muchas ganas. las ganas que tenía contenidas por un tiempo.
Su mano comenzó a maniobrar hacia mi verga, por encima del pantalón. Me acariciaba con una mano, mientras con la otra me tomaba por la nuca para seguir besándonos. Me hizo sentir bien, seguimos en el cachondeo. me atreví a meter mi mano debajo de aquella minifalda. Como pude también toqué sus senos. La pasión iba en aumento. Seguimos así por varios minutos. No pude evitar la erección, ella frotaba a mi gran amigo. En un respiro, se alcanzó a oír desde atrás.
- Si quieren los dejo solos.
- No manita, ahorita te toca a ti -susurró Marla.
Otra vez: Ah caray. ¿Cómo está eso? Pensé. No importa me dije. La estaba pasando bien. Seguimos en los nuestro. Sus muslos eran suaves, su boca sensacional. Después nos separamos.
- ¿A donde vamos? -preguntó Claris.
- ¿Cómo ves Claris, si quieren vamos a mi casa? -Ya era mi amiga Claris.
- No tienes miedo -dijo Marla en mi oído.
- Sí, pero me lo aguanto.
- Entonces vamos -dijo impaciente Claris.
- Pues vamos. ¡Que caray! -soltó mi compañía.
En el trayecto me paré en una tienda y compré tres cafés. Serían como las 11 y media, me despacharon por la ventanita. Al regreso, vi como Marla se estaba retocando el maquillaje. La otra echaba grandes bocanadas de humo.
- Eres cumplidor. Dijiste un café y cumpliste.
- Bueno ...
Traté de manejar con seguridad, pero mis piernas me temblaban un poco. Estaba nervioso, así que encendí el radio. La música era estruendosa, así que bajé el volumen. Abrí un poco la ventana. ¡Tenía calor! Entonces Marla comenzó a hablar en tono serio.
- Mira papito, no deberías subir a cualquier zorra a tu coche. No sabes si te pueden asaltar. ¡Y luego dos zorras al mismo tiempo!. Ya te hubieras quedado sin coche cuando fuiste por el café. Dejaste las llaves, no lo puedo creer. Cuídate cabrón, no sabes lo que te podrían hacer un par de desconocidas. Te ves buena onda, Pero te más cuidado. ¿Ok, papito?
- Ok. 
¿Qué más podía decir? Llegamos rápido al edificio de mi departamento y subimos las escaleras. Aproveché para escanearlas. La alta, que no pasaba de los veinte, llevaba además de un traje de dos piezas tipo bikini, una gran bolsa y unas botas a media altura todo en blanco, el pelo lacio casi le llegaba a la cintura. Su maquillaje era discreto y algo infantil. No llevaba medias y su piel era muy blanca. Marla llevaba todo su atuendo en negro y de piel con malla. Calzaba unas zapatillas muy altas de plataforma. El maquillaje un poco recargado con ligero toque "dark". Le calculé un poquito más de treinta. Tal vez treinta sin maquillaje.
El ruido de sus tacones me excitó. Saqué la llave y me costó trabajo abrir, seguía nervioso pero al abrir la puerta me sentí más tranquilo.
- ¿Dónde tiro mi vasito? -preguntó Marla.
- Déjalo sobre la mesa. 
Las miré bien. Pensé que era mi día de suerte. Dos viejas para mi solito, habría que cumplirles. No sabía como, pero las oportunidades no ocurren todos los días.
- ¿Quieren algo de tomar?
- Lo que tengas -dijo Claris-. Tengo antojo.
Fui a la cocina por la vodka y las quinas, dejé mi saco en una silla y me quité la camisa. Claris se dio cuenta que la luz se controlaba con un dimmer y bajó la luz. Me entretuve con el hielo. Primero les lleve sus vasos. Luego me serví yo, traté de que mi bebida tuviera poco alcohol. Ya habían encendido mi estéreo y buscaron una estación de radio.
¿Podemos? -dijeron casi al mismo tiempo.
-Están en su casa.
Marla se acercó a mi oído y en voz muy baja me dijo: "no me digas eso, no me vas a sacar de aquí". Me tomó de la cintura y comenzamos a bailar, creo que era Hotel California de Eagles. Comenzamos a besarnos, me abrí paso en su escote, pude sacar un pecho y le quité el saquito negro que llevaba. Mi verga se endureció casi de inmediato. Entonces ella trató de alejarse mientras yo seguía sus labios.
-Esperate -me dijo-. Ahora va Claris.
¡Oops! Ya me lo esperaba, pero no tan pronto.
-Ven Claris, éste besa rico. Perdón, no es "éste". Raúl besa rico. ¿Verdad amor?
Marla se hizo a un lado. La más alta se acercó y se puso frente a mí. Tenía los ojos entre azul y gris claro. Con tacones era un poco más alta que yo. Levantó su mejilla sonriendo.
Su gestó retador me decía: ¿y?.
Y nada, toqué con mi mano su boca y después me le fui a los besos. Se tardó en responder, pero cuando lo hizo me abrazó muy fuerte y pegó su boca contra la mía haciendo presión. Creí que me iba a venir en ese momento. 
- ¡Que calor! Me separé un instante y alcancé mi vodka, le dí un gran sorbo como de medio vaso.
Bailé un poco con Claris, la tomé de las nalgas y también ejercí presión contra su cuerpo. Ya no se sentía fría. Marla se puso por detrás de mí y comenzó a besar mi cuello. Entonces giré la cabeza para buscar su boca y Claris me siguió. Nos pudimos besar los tres al mismo tiempo. Todo era nuevo para mí. Mi primera vez con travas, mi primera vez en trío. Mi primera vez en el departamento. 
Como pude me zafé, pero me aseguré que ellas se siguieran besando. Ellas me dieron gusto, sin hacer esfuerzo. Bebí mi vodka, sentado en el sofá, mientras disfrutaba de la escena. Siempre me habían gustado las escenas lésbicas en las películas. Esto era parecido, pero por alguna razón mucho mejor. Tal vez porque era "en 3D". Ya no sabía que hacer con mi erección, así que aflojé el cinturón y dejé salir a mi gran amigo. Ellas presintieron algo y voltearon. Se separaron y se hincaron hacia mi. Claris fue la primera que engulló mi verga. Marla acariciaba a su amiga y con otra mano recorría mis piernas. 
-Esperen - alcancé a decir casi como una súplica.
Me quité los zapatos, el pantalón y la trusa. Mi verga se bamboleaba con alegría. Entonces reiniciaron la felación, primero Claris, luego Marla, al principio medio minuto cada una, luego en periodos más cortos, tenían hambre de verga y querían saciarla. Alternaron mi verga con besos entre ellas. Mi cabeza era una olla de presión. Me vendría en cualquier momento. Ellas lo notaron.
-¿Te quieres venir papito? -casi gritó Marla.
-Sí, pero no ...
-Aguanta, estamos muy calientes.
-Voy a servir otras copas -dijo Claris y se incorporó. 
Yo jalé del brazo a Marla y la senté junto a mí. Sus labios sabían a mi verga supongo. Claris regresó con los tragos y me extendió uno de ellos. Al mirarla, ella comenzó a quitarse el brasiere, mostrando su pecho con pezones casi rosas. También se quitó el bikini, sin quitarse las botas. Tenía un triángulo de vello bien delineado. Abrió un poco sus piernas y desdobló la verga que tenía oculta en ellas. No me sorprendí, pero si me sorprendí. ¿Se entiende? Tenía un aspecto algo raro: un poco larga y delgada, hacía una curva caprichosa. Marla tomó la verga de Claris y la acarició con las dos manos.
-Te toca -dijo Claris a Marla.
Marla, no se levantó del sofá, pero también comenzó a desnudarse. Primero se quitó la falda y luego las medias, finalmente una tanga blanca. Pero se volvió a calzar los tacones. Eso también me gusto, Creo que lo mío es el fetichismo. También sacó su verga. Era más corta que la de Claris, pero más gruesa y también estaba un poco curva, tenía bien depilado el vientre y sin bello alguno. Mientras besé a Marla en la boca y luego en su tetas, tomé su verga con gran curiosidad, Tenía vida propia: palpitaba. Como pude jalé a Claris, ella se inclinó y pude alcanzar su verga, su consistencia era un poco menos dura, aunque suave al tacto. Traté de masturbarlas un poco y vi como respondían a la excitación. Marla se fue contra la verga de Claris y se la tragó todita. La verga de Claris iba creciendo en su boca. La mía se ubicó en el cuello de Marla y besé su espalda, mordí aquel tejido de malla que permitía oler su piel directamente. Ella hizo un espacio en la mamada que le estaba aplicando a Claris para quitarse la prenda. Le recorrí parte de la espalda con la lengua. Mientras ella mamaba la verga de Claris, tomaba la mía y se dejaba cachondear. Yo froté la verga de Marla para seguir con la masturbación. Su verga se engrosaba cada vez más.
-Soy interactiva, por si te interesa -dijo ella.
Dato interesante, cambiamos de posición. Yo seguí sentado y recibí a Claris de espalda. Marla siguió mamándole la verga. Costó un poco de trabajo que metiera mi verga en su ano, pero al final ese culito cedió y Claris gimió con gran placer, no era fingido creo. Todo su cuerpo era joven y firme. 
Pensé que podían escucharnos los vecinos, pero la música de fondo, aunque a bajo volumen, me regresó al momento. Ella se movía en círculos lentos sobre mi verga. Parecía que su culo mamaba mi verga. La apretaba cuando llegaba al fondo, luego la dejaba resbalar hacia afuera y cuando parecía que iba a salir la volvía a apretar. Cogía riquísimo.  Ya había lubricación suficiente y se movía cada vez más rápido, haciendo pequeños gemidos. Marla se levantó y subiendo una pierna al sofá, pegó su cuerpo contra el de Claris. Besó sus pequeños pechos y eso encendió más a la rubia. Pero Claris, dejó de ser rubia en segundos. Estaba que ardía y ante mi sorpresa, se retiró la caballera. Tenía el pelo corto y muy negro. Sus facciones eran muy finas y el maquillaje la hacía ver muy hembra a pesar de tener el pelo muy corto. Marla se encimó sobre Claris y frotaron sus vergas. Después Marla subió la otra pierna al sofá y su verga quedó sobre el pecho de Claris que aprovechó para acariciarle el culo y besarle las tetas. Todavía se estiró más y la verga le quedó en la boca a Claris, mientras yo atrás de Claris alcazaba su ricas tetas. En verdad que sabrosas estaban y algo más grande de lo normal, sus pezones sin embargo eran pequeños. No alcancé a distinguir si eran naturales o siliconadas. Pero tenían una forma esférica casi perfecta. Con un ligera caída y una consistencia suave y a la vez firme. Mis manos trataban de alcanzar sus nalgas, no al mismo tiempo, pero si las pude acariciar.
Claris tuvo que dejar la verga de Marla, Estaba a punto de eyacular. Marla se inclinó para recostarse a mi costado izquierdo y se apoyó en una de las piernas de Claris para mamarla y jalarle la verga con gran fuerza. Ella se vino en la cara de Marla, su semen fue abundante y sentí un ligero chorro que escurrió de su vientre hacia el culo y por ende hacia mi verga. Se puso aquello un poco más resbaloso. Ella se siguió moviendo en círculos apretando más el culo y no me pude contener apreté la mano de Marla, Claris se zafó y ambas esperaron mi semen. No tardé casi nada, ya había aguantado mucho. Se dieron gusto sorbiendo lo que cada una pudo tomar del semen, limpiando mi verga con gran apetito y besándose entre ellas. 
-Mi vida. -dijo Marla a Claris-. 
-Mi amor. -reviró la otra-. ¡Cómo me hacía falta!
Claris sentó a Marla y comenzó a mamar su verga, yo regresé a los besos y a mamarle los senos, alcancé a probar algo de semen. Ella suspiraba y gemía tenuemente. Entre Claris y yo nos aplicamos a calentar a Marla. Yo le comencé a decir cosas calientes:
-Te vamos a coger rico, cabroncita, ya verás. Tendrás toda la verga que quieras.
Claris excitaba su sexo, yo excitaba su mente:
-Dinos que quieres mamacita, tú mandas.
-Así, así -alcanzó a decir Marla que se dejaba llevar por la mamada de Claris.
Entonces Claris apretaba aquella verga con las manos y le daba lenguetazos a su glande.
-Qué buenas tetas tienes -le dije. -Seguro eres una puta cara. 
La boca de Claris no se alejaba de aquella gran verga que ahora parecía un miembro que crecía aún más y vibraba.
-Ya mamita, ya -la interrumpió. Quiero verga.
Eso me excitó y mi verga comenzó a recuperarse. Claris se dirigió hacía mi me propinó una mamada tan rica que mi verga volvió a condición peligrosa. Las dos se dieron un beso y aquello terminó por decidirme.
-Vamos a la cama -les dije. Ahí está más grande.
-¡Vamos! -soltaron como siamesas.
En el trayecto a la recámara me quité lo último que me quedaba de ropa: una playera y los calcetines. Me tiré en la cama boca arriba. Marla se recostó a mi lado y Claris reinició la excitación de nuestras vergas, mientras yo mordía esas ricas tetas de Marlita, primero leve y luego muy fuerte y pasional, pero tratando de no hacerle daño y menos dejar marcas. Después de poco tiempo ya estaba más que repuesto y quería cogérmela. La ayudé a ponerse en posición de cuatro o "dog style" como se quiera decir. 
Claris dijo -pido mano. 
Y pensé que también quería penetrarla, pero no era así. Le abrió un poco las piernas y le lamió el culo. Su lengua era muy diestra y Marla comenzó a poner los ojos en blanco y a gemir. Metí la cabeza debajo de su pecho y succioné de nuevo sus pezones, mientras mi mano apretaba y jalaba su verga. Así estuvimos unos momentos, hasta que urgió por la penetración.
-Ya métemela.
-Lo que digas mami, estoy listo -le dije desde abajo.
Todavía besé su ombligo que tenía un piercing antes de disponerme a montarla. Cambiamos de posición. Ella seguía en cuatro. Claris se puso por debajo y la comenzó a masturbar y a darle lenguetazos en la verga. Yo, me puse atrás de su gran culo y apunté lo mejor que pude y metí el glande en aquel rincón que estaba expuesto y que ya esperaba su merecido. Luego despacio metí el resto mientras ella, apoyada en su manos, levantaba la barbilla y abría más las piernas para recibir mejor la verga que le estaba entrando. La tomé de las caderas y comencé el ancestral ritmo del mete-saca. Primero despacio, trataba de sentir su culo y ver su reacción. Me calienta saber que estoy dando placer y este era el caso. Luego apreté el ritmo tratando de no perder el control. Cuando menos me dí cuenta ellas ya estaban en acalorado 69. Yo seguí mi trabajo, hice algunas pausas, para luego arremeter contra ese caliente orificio. La verga entraba sin dificultad y ella apretaba lo necesario. Después, se levantó Claris y se puso a mi lado metiendo su lengua en mi oído. Marla comenzó a suplicar: "¡Ya vente cabrón, me urge!". No tardé demasiado me deje llevar por la sensación de tener mi verga presa de aquel ano apretado y de sentir en un costado a un cuerpo que restregaba su verga contra mi cadera. Era una sensación nueva y sabrosa. 
Casi grito al venirme, pero ahogué mi grito en la boca de Claris. 
- Dame tu leche, dámela -gimió Marla. -Dámela cabrón.
Luego me recliné y besé la espalda de Marla mientras ocurrían los últimos estremecimientos de mi verga, que se fue haciendo flácida y salió de manera natural. Escurrió algo de semen y alcancé a ver ese hoyito violentado que se estremecía. Me recargué y ella se dejo caer sobre la cama. Yo quedé encima de ella y la ex-rubia se recostó junto a nosotros. Luego me acomodé entre ellas y comenzé a entrar en un letargo de sueño. Ellas también cerraron los ojos, pero supe que no dormían porque cuchicheaban y tuve que despertar.
-Ya es tarde -dijo Claris.
-Nadie te está corriendo -replicó la otra.
-Quédense -dije-, no tengo problema.
-Gracias -dijeron otra vez casi juntas.
Entonces si se durmieron y me dejaron dormir. Comenzaba la mañana y desperté vi sus rostros y me llenaron primero de ternura y luego de excitación. Una mariquita bien sabrosa y una transexual caliente que a pesar de todo lucían femeninas. Y yo un cabrón que había cumplido un sueño sin haberlo tenido antes.


miércoles, 15 de julio de 2015

Servicio al Cliente

En honor a aquellas sexoservidoras que se la rifan en las calles de las principales ciudades de México, donde como se sabe una gran porcentaje pertenece al Tercer Sexo.

Alguna vez hemos caído en sus brazos o cuando menos hemos querido caer, para que nos hacemos.


Bajen el Póster, es original de este sitio. Es para compartir y para reflexionar.
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jueves, 9 de julio de 2015

Insuperable


Efe Bal es una transexual que vive en Italia pero de origen turco que busca que la prostitución en Italia sea vista como una profesión. Efe persiste en su causa presentándose en varios medios de comunicación brindando sus argumentos para ser tomado en cuenta."Lo que hago no es ilegal, pues mis clientes no se ven obligados a venir a pedirme un servicio".

Recordamos las primeras veces que vimos a Efe en internet, era mucho más joven: Pero hay una evolución importantes, ha sido prostituta, "actriz" porno y con el tiempo ahora es una celebridad que aparece en programas de radio y televisión, además de activista. Bueno, hasta libro ya tiene. Ella se define a sí misma como insuperable. Bien por ella.



 









lunes, 29 de junio de 2015

Tula


A propósito, este sábado pasado se celebró el día del orgullo LGBTTTI 2015.  Siempre se nos olvida, pero bien que cogemos con travas, eh? Bueno, que bien que existe ese tipo de eventos donde se expresa la libertad sexual de las personas, en especial de las TV/TS/TG. En otros países no hay esas libertades. Y ni hablar de otras épocas de la historia. Es por eso que es importante repasar que allá en los años 70´s se dio el caso de Caroline "Tula" Cossey que llegó a ser una celebridad por su éxito como modelo y como Chica Bond. Sí, del Agente 007. Y hasta salió en la revista Playboy. Tal vez fueron condiciones poco favorables para ella, pero se sentó un precedente para otras historias. 









La Librería

Había ido al centro a buscar un libro, no me esperaba ese día tener un encuentro sexual con una trava. Los heterosexuales a veces tenemos el conflicto de que no podemos platicar abiertamente de que también cogemos con trasvestis o transexuales. Independientemente de que se trata de una infidelidad, existe aquello que dicen algunas mujeres: engañame con otra mujer, pero nunca con otro hombre. Claro que con otro wey la cosa sería asunto gay, pero con una traviesa, espero que no. así que aprovecharé este espacio para platicar una experiencia memorable.
Al entrar a la librería me topé con mucha gente que estorbaba en los anaqueles, por lo que decidí mejor pedir el libro a una dependiente. Al primer momento no me fijé en ella, pero como platicamos varios minutos, poco a poco fui poniéndole atención. Era alta como de 1.70, de buen cuerpo, muy blanca y con el pelo teñido en púrpura con mechones y una parte rapada. Algo punk, vestía de negro, blusa y falda larga con tacones que la hacían llegar a mi estatura. Piercing en la nariz y bastante maquillaje en los ojos. Eran cafés. Su boca era un encanto, tenía lipstick color vino y se le hacían unos hoyuelos al reír. 
Ni tenía el título completo ni el autor, así que ella tardó un poco en encontrar el libro. Cuando lo tuve en mis manos recordé que era ese libro preciso el que buscaba. Me acompañó a la caja para que pagara y antes de llegar me preguntó si era casado, me sorprendió un poco su pregunta, pero no hice mayor gesto. Le dije que sí. Pagué y me entretuve un poco al mirar otros libros, mientras trataba de buscarla con la mirada, eran casi las tres de la tarde. En eso estaba cuando oí una voz por detrás que me preguntó: ¿Todo bien? Asentí y la miré directo a los ojos. Me dijo: Ven a la bodega, tengo otros libros que te pueden interesar. De manera automática la seguí, su perfume era muy femenino. Fuimos a una bodega donde apenas se podía caminar  y luego salimos a un pequeño patio. Había una escalera angosta y empinada. 
- ¿Subimos? me dijo con una sonrisa picara. 
Íbamos subiendo cuando le pregunté: ¿Es lo que estoy pensando? Ella soltó una risita, mientras yo iba atrás repasando su cintura y su trasero. 
Aquí es, me dijo. Era una habitación pequeña con una cama y varios libreros de pared atestados. Un póster muy grande con la foto de James Dean en blanco y negro. 
- ¿Que me vas a enseñar?
- No sé, dijo mientras se desabotonaba la blusa.
No tuve sorpresa, sólo pensé que era mi día de suerte. Mi mano se fue directo a su boca para tocar sus labios y ella besó mi palma, mientras me miraba con mirada traviesa. La iba a besar cuando ella puso su mano entre nosotros.
- Espera.
- Lo que tu digas.
- Antes que otra cosa. ¿Si sabes que no soy mujer, verdad?
- Ah, caray.
- Pues no.
- Lo que yo veo es una mujer hermosa.
- ¿Te gusto?
- Que pregunta.
- Aquí nadie nos va a molestar.
Ya en confianza, terminé de quitarle la blusa. Un brassiere beige con buen busto saltó a mi vista. Ella se lo quitó, pero sus pechos no eran tan grandes.
- Rellenos, me dijo.
Sus pezones eran grandes y de color pálido. Los toqué apenas con las yemas de los dedos. Ella suspiró profusamente. Lo que siguió fueros besos salvajes y una gran prisa por quitarnos la ropa. Sin dejar de besarnos, nos quitamos lo necesario y nos ayudamos uno al otro. Abrazados y con las lenguas entrelazadas nos tiramos a la cama. Recorrí su cuello con mi boca y chupé sus senos, mientras ella trataba de sacar mi verga. Cuando lo logró, se dio cuenta que ya estaba excitada, pero que en pocos segundos se puso en verdad dura y se bajó directo a mamarla. 
- Está rica
Yo estaba caliente, así que le quité la pantaleta y a primera vista sólo ví un poco de bello púbico. Entonces sacó su pene que tenía doblado hacía atrás entre las piernas. Lo toqué, era pequeño pero algo grueso, no estaba erecto. Mientras me mamaba de manera espléndida la verga yo jugaba con su miembro. En eso estaba cuando dejó su trabajo y se acercó a mi oído.
- Cógeme ya.
Primero me bajé de la cama y le abrí las piernas, la jalé a la orilla y puse mi verga en la entrada del culo. 
- ¡Cógeme ya!, repitió en un grito ahogado y con urgencia.
Traté de no lastimarla, Así que se la metí despacio. Una vez adentro, la miré y me reí.
- Ahí te voy.
- Cógeme cabrón.
Me gustó que empezáramos con palabrotas.
- Ahí te voy cabrona, le devolví.
- ¿Te gusto, verdad?
- Estas muy buena.
- Pero, ¿te gusto, verdad?
- Si putita.
- No, putita no, putita no, putota sí cabrón.
Comencé a bombear ese orificio tan estrecho y sentí que mi verga crecía un poco más.
- Así, así, así.
La recosté  sin sacarle la verga, en una maniobra me puse atrás de ella.
Le besaba el cuello y levanté una de sus piernas para que la cogida fuera más profunda.
- No es tu primera vez, coges muy chingón, me dijo a especie de reconocimiento.
- No es difícil coger una vieja chingona como tú, le volví a revirar.
- Si, chingón, así, así.
Alcancé su boca, ella con el cuello torcido metió su lengua en la mía. Nos besábamos como dos náufragos sin sexo por años.
Ella comenzó a gemir más profundo, aunque trataba de no hacer tanto ruido. Se oía más el rechinar de la cama y los golpes de la cabecera contra la pared.  Metí  mi lengua en su oreja y lamí la parte rapada de su cabeza. Mordí su nuca, No dejaba de moverme despacio y luego rápido conforme el concierto de sus gemidos me indicaba su excitación o su dolor.
En un momento de espera, le saqué lentamente la verga.
- No me la saques, no seas malito.
- Mejor ven acá cabroncita.
El rechinido ya me había hartado. Me levanté y la paré contra la ventana. Hacía mucho calor y la ventana entreabierta permitía que una pequeña brisa de aire entrara. Ella se agarró del marco de la ventana y levantó el culo con las puntas de los pies. Tomé sus nalgas con ambas manos. Las abrí y le metí el fierro de un solo golpe. El cambio de posición había serenado un poco mi deseo de eyacular. Para calmarme un poco, le hablé al oído, mientras mi verga permanecía sin movimiento, pero hasta adentro de ella.
- Esas nalgas tuyas valen mucho dinero,
- ¿Tu crees?
- Claro, ¿por qué no las vendes?
- Eso quisiera, pero no tengo necesidad, sólo cojo con quien quiero.
Estiré mi mano y le tomé la verga para masturbarla, no se puso tan dura pero si tomó algo de volumen.
- ¿Te gusta? - Pregunté.
- Mucho
- ¿Coges con ella.?
- No, pero si me vengo.
- ¿Te quiere venir?
- Todavía no.
- Bueno, pues ahí te voy otra vez mi puta.
- ¡Sí, tu puta!
Me prendí totalmente, sabía que ya no iba a tardar mucho, así que mis movimientos tomaron aceleración, le sacaba la verga hasta dejar sólo la punta en su culo y le arremetía hasta donde podía. Ella gemía, yo bufaba.
Sentí que las piernas se me doblaban cuando me vine, sentí un hilillo de semen escurrir por mi pierna. Un gran suspiro salió de mi boca, traté de callarlo, pero fue inútil.
- No te salgas todavía.
Mis rodillas no me sostenía bien, pero me abracé a ella, mientras se sujetaba fuerte a la ventana. Por fin me dí cuenta que a través de la cortina se podía ver hacia afuera. Había mucha luz, avanzaba la tarde.
Le dije algunas cosas más al oído mientra mi verga recuperaba su tamaño normal. Ella sonreía, le gustaban mis adulaciones.Le dije que la cogida había sido super y que me gustaba su cara. Bueno, hasta le dije que me gustaba su pelo.
Me separé de ella y me tendí en la cama. Ella se sentó en la cama y recostó mi cabeza en sus piernas.
- ¿Y te llamas?
- Karen
No dije mi nombre, no hacía falta. Conversamos un poco acerca de su trabajo y los libros. Ya repuesto tomé su verga y comencé a masturbarla. Su verga se sentía muy especial, era como tomar una fruta algo resbalosa. Cuando ya tenía una buena erección, se levantó y se sentó encima de mí dándome la espalda. La seguí masturbando mientras la cogía. Más bien ella me cogía, porque yo estaba sentado y ella era la que se movía. 
- Así me gusta, macho cabrón
- Tu verga también está rica. ¿Te vas a venir?
- Si papacito, sí por favor.
Con una mano me sostenía en la cama y con otra alcanzaba su verga. Aceleré el ritmo de mi mano, pero ella también llevó su mano a la verga y juntos hicimos que se viniera. Aquello parecía una gran explosión. 
- Me vengo cabrón, me vengo.
- Vente mamacita, chorreate, vente más.
Muchos ruidos aunque poco semen.  Solté la mano que me apoyaba en la cama y nos tendimos de espalda. Así estuvimos mientras su cuerpo latía como un corazón ardiente.
- Te toca.
Giró y se colocó sobre mí de frente. Su verga escurría un poco. Se fue clavando mi verga y comenzó a cabalgarme ya casi en silencio. Su propósito era que yo me viniera. Como iba a ser la segunda vez, iba a tardar más. Fue una cabalgata ya sin tanta palabra. La cosa era prepararme para eyacular y ella aguantar el roce en el culo. Y aguantamos los dos. Terminé con gran alivio, ella se dejó caer víctima del cansancio.  Me besó despacio.
- Gracias papito.
- Cuando quieras mamacita, eres super.
Estuvimos un rato tendidos, cerré los ojos. Ya me estaba durmiendo, ví un reloj en la otra pared. Eran más de las seis. Nos vestimos y bajamos la escalera, pero en vez de entrar a la librería me llevó por un pasillo hasta una puerta que daba a la calle. Yo tiré del cerrojo y ella abrió. Había mucha gente en la calle, dí un paso afuera. Viré hacia ella, jalé su mano y traté de besarla, entonces ella, me jaló hacia adentro y cerró la puerta.

Espero les guste esta historia.

martes, 23 de junio de 2015